No volví escribir públicamente por pereza o porque perdí mi toque de locura: Debe ser un dorado punto medio entre las dos posibilidades
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Yo me había hecho el propósito de no
volver a publicar artículos personales en mi blog pero quiero probar a volver a
improvisar a ver qué me sale. Hace rato no escribía porque, además de los
chicharrones (tareas maluquitas) de campo y de oficina que nunca faltan, estaba
esperando a salir con algo serio como la reseña de algún libro que me haya
leído recientemente para inaugurar la supuesta nueva etapa impersonal de mi
blog. Pero me veo en la necesidad de improvisar a ver si esta falta de
publicación de artículos se debe a pereza mía o al hecho de que mi condición
bipolar haya cedido tanto que ya no tenga suficiente toque de locura como para
escribir chévere. También hablo rápidamente del libro que me más gustado este
año (El ABC de la Felicidad/ The Middle Way de Lou Marinoff) y de dos series de
comedias situacionales gringas que me estoy viendo.
Entonces voy a empezar
por ahí, por la relación entre las condiciones del gradiente afectivo bipolar y
el talento para escribir. La autoridad en eso es la psicóloga y escritora
bipolar de Universidad Johns Hopkins Kay-Redfield Jamison quien en su libro “Touched
with Fire: Manic-depressive illness and the artistic temperament” (1) muestra como artistas de la talla de Lord
Byron, Hector Berlioz, William Shakespeare, Edgar Allan Poe, Robert Shumann,
Virginia Wolf, Sylvia Plath, Leon Tolstoi, William Blake, Ernest Hemingway,
Vincent van Gogh, sufrían de alguna condición afectiva bipolar que ante la
falta de médicamentos en aquellas épocas terminaban enfermándose, volviéndose
maniaco-depresivos y generalmente se suicidaban para escapar de su dolor. Saliéndonos
de dicho libro, es posible que nuestro Andrés Caicedo también tuviera un
trastorno tipo bipolar, como trato de demostrarlo en otro
artículo de este Blog (2). Volviendo
al libro de Jamison, en él explica cómo hay artistas en la actualidad que
prefieren no tratarse farmacológicamente para no perder su talento y poder
hacer obras de calidad gracias a su toque de locura. Yo obviamente no estoy al
nivel de los artistas nombrados. Simplemente tengo un blog y de vez en cuando publico
libritos en Amazon. Pero este año me he visto ante la posible disyuntiva de
seguirme tratando farmacológicamente con el riesgo de mejorarme tanto que
pierda mi toque de locura para escribir. Afortunadamente no dependo de la
escritura para vivir y si me ponen a escoger prefiero estar sano como lo estoy
ahora. Y este artículo, repito, es un intento de escribir improvisadamente con
la posible ausencia de mi toque de locura. Y es que citando el mismo libro de
Jamison (1), los antiguos griegos ya
sabían que los escritos de alguien medio loco eran mucho más bacanos que
aquellos de una persona sana.
El año de más
productividad de mi blog ha sido el 2016. Ese año también terminé el único
libro largo que he escrito hasta ahora “Las anécdotas de un cuarentón bipolar
en Cali-Colombia” [(3) ver este libro en:
Amazon
o Google Books]
que es una novela autobiográfica y ucrónica (en el algún punto de la historia
se crea una línea tiempo ficticia). La edite en el segundo cuarto del año 2017
y a mediados del mismo lustro la publique en Amazon. Pero el año 2017 fue duro
porque a principios de ese año me dio una crisis de insomnio que requirió el
uso de muchos fármacos, con el agravante de que estuve haciendo algo poco
recomendable y eso es el experimentar a monto propio con fármacos, picado de
médico (solo soy un biólogo con un master en ciencias biomédicas) informándome
de las propiedades los fármacos que ensayé por medio de vademécums y artículos
científicos que encontraba por internet. Ninguno de estos experimentos dio
buenos resultados en el mediano y muchísimo menos en el largo plazo. Hasta que
en el tercer cuarto de ese mismo año me vi forzado a ir al psiquiatra y me
recetó una farmacoterapia que mal que bien sigue funcionando en la actualidad
con muy pocos cambios. Actualmente estoy durmiendo bien, en demasía a veces y
otras veces que no puedo dormir ya tengo mi fármaco de emergencia que me hace
dormir en menos de media hora, cuando en la mitad de la noche sigo con la mente
tan activa, que me impide dormir con la farmacoterapia básica que me tomo a las
19:00.
¿Pero por qué probarme
improvisando un artículo personal y no una reseña de algún libro leído
recientemente? Bueno, primero porque así es más fácil para recalentar motores y
porque todos los días escribo en mi bitácora personal privada (que es diferente
a mi blog) de una forma mucho más personal de lo que lo estoy haciendo en este
artículo por ejemplo, por lo cual ya estoy acostumbrado a este tipo de
escritura. Entonces no había vuelto a escribir en mi blog. ¿Pero qué he estado
haciendo entonces? Cuando mis labores burocráticas y logísticas, me lo
permiten, me pongo a leer o a ver episodios de las varias series que estoy
viendo.
Este año solo me he
leído unos cuatro libros pero el que más me ha gustado ha sido “The middle way”
(4) de Lou Marinoff. Debió haber sido
traducido como “El camino medio” pero en español le pusieron por título “El ABC
de la felicidad” (5) porque de vez en
cuando habla, forzadamente a mi parecer, de Aristóteles (principio griego aurea
mediocritas o de dorado punto medio), Buda y Confucio. Lou Marinoff es un
filósofo canadiense que fue profesor de City College of New York, hasta que
formó su asociación de consejería filosófica dentro de la cual se trata a los
pacientes-clientes como si se tratase de una consulta psiquiátrica pero con
filosofía. Su libro más famoso es quizás “Más Platón y menos Prozac” (6). En “The middle way” critica todos los
extremos de nuestra la humanidad, desde lo económico, a lo religioso pasando
por criticar extremos como el machismo y sobretodo el feminismo extremo. Hago
énfasis en esto porque obviamente es un autor de centro derecha, como lo son
los demás autores que sigo y como tal raja sabroso de la extrema izquierda.
Habla de los gulags o campos de concentración para los prisioneros, en su
mayoría políticos, de la exunión soviética, por ejemplo. Demuestra Lou Marinoff
en este libro, y como lo, han hecho otros autores como Steven Pinker (7, 8) o Edward O Wilson (9), que el marxismo y su comunismo son tan
antinaturales que no pueden ser aplicados en la práctica, lo cual convierte la
utopía teórica en distopías trágicas, como lo estamos viendo en el sufrimiento
del pueblo Venezolano al cual, por medio de la fuerza dictatorial de Maduro, se
les está imponiendo el socialismo que ha acabo con la economía de uno de los
países más ricos en petróleo del planeta. Este libro de Marinoff (4, 5) lejos de ser una receta para la
felicidad individual es un conjunto de críticas constructivas que de ser
aplicadas mejorarían mucho la civilización global en la cual vivimos. Es por
esto que la traducción de su título a “El ABC de la felicidad” me parece
desafortunada. Pero la reseña de este ecléctico libro da para un artículo
aparte. En todo caso me gustó mucho este libro.
Además de que los libros
de Lou Marinoff son buenos y me parece interesante su labor de tratar pacientes
por medio de la filosofía, leí de “The middle way” (Que, repito, debió haber
sido traducido a “El camino medio’”) buscando reforzar en mí el principio
antiguo griego de dorado punto medio pues el mismo es elusivo para nosotros los
bipolares. Y eso que mi condición es leve. Yo me consuelo diciendo que lo único
que me sigue fluctuando son mis patrones de sueño pero la verdad es que el
ánimo y los patrones de pensamiento todavía cambian según como esté mi humor.
Cuando estoy bien o excesivamente bien (hipomanía) se me ocurren muchos
proyectos y me dan ganas de hacerlo todo. Afortunadamente ya no me da por
levantarme de la cama en la mitad de la noche a prender el computador para
empezar a trabajarle a este tipo de embelecos, como me pasaba en años
recientes. En cambio cuando se me baja el ánimo no me dan ganas de hacer un
carajo. He pasado días enteros acostado sin ni siquiera ver televisión.
Afortunadamente este tipo de episodios cada vez son menores y más espaciados en
el tiempo. La bipolaridad no se cura del todo nunca, pero mejora mucho con buen
manejo y para esto es definitivo una buena farmacoterapia, una buena
psicoterapia (que la hago escribiendo en mi bitácora privada), la
psicoeducación (trato de aprender cada vez más de esta condición) y el apoyo
familiar. Afortunadamente tengo una madre maravillosa que además de soportarme
no está afanada porque yo consiga trabajo, ni me reproduzca ni nada de esas
cosas.
La pregunta es qué haré
cuando mi mamá falte. Esa cuestión me tenía realmente preocupado hasta hace
poco. Me desvelaba el miedo a entrar en la bancarrota cuando mi mamá faltara.
Hace unos cuatro meses, esa preocupación por algo que no pasará en unos 25
años, me desveló toda una noche. Me puse a navegar buscando hogares geriátricos
y di con el mejor de Ibagué. Se llama “La arboleda”. Les escribí metiéndoles la
trama de que tenía un tío que acaba de enviudar, tenía entre 65 y 70 años, y
podía dar una suma importante de dinero para quedar matriculado de por vida en
dicho hogar. Al otro día me contestaron y me dijeron que fuera para hablar de
nuestra interesante propuesta. Obviamente no fui porque ese tío no existe. He
sabido de otros adultos mayores que dan un inmueble o algo así y quedaron
matriculados de por vida en un ancianato-hotel pero quería comprobarlo por mí
mismo. Que desespero mío el de esa noche en particular. Hasta que me puse a
hacer cuentas y lo peor que puede pasar cuando mi mamá falte, además del
devastador golpe psicológico que me produzca, es que con lo que herede me
matricule en un buen ancianato-hotel. Ese es como el peor escenario y ya estoy
preparado para el mismo. Entonces ese miedo a mi futuro gerontológico, que me
tuvo muy preocupado como por 10 años, se disipó con simple aritmética
financiera futurista. Ese es el peor escenario: terminar mis días en un buen
ancianato. Pero el mejor escenario es hacer sociedad con una buena mujer para
terminar mis días emparejado.
Y eso me lleva al
departamento de las mujeres. Cada vez me da más pereza salir y las personas a
mi edad mantienen muy ocupadas trabajando casi que todo el tiempo. Esto, además
de que ya se me nota la vejez, ha llevado a que esté solo en cuanto a pareja.
Hace como un mes fui a un encuentro de solteros y solteras de un club al cual
pertenezco y fue divertido. Son citas de cinco minutos (speed dating) y los
hombres vamos rotando de mesa en mesa entrevistándonos con cada mujer. Fuimos a
ese encuentro como 12 hombres e igual número de mujeres. De ese encuentro quedé
con una amiga que me gusta y hemos salido un par de veces. Pero trabaja mucho,
y muchas veces tiene turnos de noche pues se desempeña como profesional de la
salud en una clínica y prácticamente no le queda tiempo libre. Qué lástima.
Afortunadamente el desespero por conseguir esposa ya se me pasó hace un par
años. Estuvo fuerte entre el 2010 y 2015. Ahora veo cada vez más difícil, e
incluso un poco inconveniente el llegar a casarme pues cada vez me acostumbro
más a mi relativa soledad. Y la soledad, además de ser adictiva, es inevitable,
máxime si uno es soltero y no tiene un trabajo fijo al contrario de la mayoría
de gente que tiene su vida llena de compromisos serios.
La soledad me daba un
poquitín duro los domingos por la tarde, pero a la vez que cada vez me siento
mejor conmigo mismo como única compañía, estoy llenando dichas tardes con
comedias situacionales (sitcoms) gringas. Me estoy viendo completica “The Big Bang
Theory” y “That ‘70s Show”. La
primera trata de un grupo de jóvenes genios que profesores en Caltech y son
buenos para casi todo en la teoría pero en la práctica se embrollan con los más
simples problemas. Son un desastre con las mujeres, aunque a lo largo de los
episodios van mejorando. Hacen referencias constantes a cosas que me gustan
como Star Trek, Star Wars, y demás shows de ciencia ficción. Muchos de los
capítulos ya me los había visto antes por Warner y ahora que me la bajé toda no
la estoy disfrutando tanto pero igual me la voy a ver completa. ”That ‘70s show” como su nombre lo indica, es
una comedia situacional ambientada en los años 1970s. Es un grupo de jóvenes
que se la pasan perdiendo el tiempo principalmente en el sótano de la casa de
Eric, el protagonista. Sus padres y los de su novia, Donna, son prácticamente
los únicos adultos medio-responsables que aparecen en la comedia. Casi en todos
los capítulos hacen una ronda donde fuman marihuana y dicen cosas más estúpidas
que las que generalmente dicen y hacen. Es bien divertida esta serie. La otra
comedia que me gusta es Seinfeld. Protagonizada por él mismo, Jerry Seinfeld,
es un show sobre nada en particular ambientado en Manhattan en los 1990s. Es
increíble ver la cantidad de series qué hay por ejemplo en netflix solamente. Y
lo que no está allí se puede bajar por torrentes. Aquí a los canales
convencionales latinoamericanos no nos llega ni el 1% de lo que se produce en
Norteamérica. El tal es que utilizo estas comedias para distraerme y ponerme de
buen humor, sobre todo los domingos por la tarde que no hay nada que hacer. Y
vaya que si tienen un efecto medible positivo sobre el ánimo.
Entonces al final, con
sube ya bajas leves, estoy bien. Me toca ser muy juicioso con mis horarios para
lograr tener días productivos, dentro de lo cual lo que más se me dificulta es
coger ritmo para hacer ejercicio. En la segunda mitad de agosto estuve bajando
juicioso al gimnasio y la piscina pero en esas fuimos a una finca muy chévere
que tiene un tío en Anzoátegui, un municipio montañoso de acá del
Tolima-Colombia, y perdí mi ritmo. Lo que pasa es que cuando llego allá me
encuevo a leer y a ver episodios de series bajados previamente a mi tableta y
se me olvidan los horarios, entre otras cosas porque no duermo bien aún con los
fármacos subidos. La última ida fue la semana final de agosto y recién a
finales de septiembre logré re-configurarme. Toca aplicar la terapia de la
interpersonal y ritmo social que entre otras cuestiones es hacer las cosas
claves del día siempre a la misma hora. No se trata de hacer lo mismo todos los
días pues eso sería agobiante. Pero si cenar, almorzar y tomarse los
medicamentos a la misma hora, entre otras cosas, son claves para ayudar a estar
estable cuando uno es bipolar.
Bueno, ahí improvisé y
voy cogiendo ritmo poco a poco otra vez. Al final va a ser la pereza la que no
me deja publicar frecuentemente.
Gracias por leerme.
Literatura
Citada:
1. Jamison KR.
Touched with Fire: Manic-Depressive Illness and the Artistic Temperament. Free
Press Paperbacks; 1994.
2. Duque-Osorio
J. Extremismos Bipolaroides en el Arte y la Guerra. El Blog de Juan-Fernando
Duque-Osorio MSc. 2016. Disponible en: https://www.juanferduque.com/2016/08/extremismos-bipolaroides-en-el-arte-y.html
3. Duque-Osorio
J. Las Anécdotas de un Cuarentón Bipolar en Cali-Colombia. Independently
Published in Amazon; 2017.
4. Marinoff L.
The Middle Way: Finding Happiness in a World of Extremes. Sterling Pub.; 2007.
5. Marinoff L.
El ABC de la Felicidad. Ediciones B Mexico; 2013.
6. Marinoff L.
Más Platón y menos Prozac. Penguin Random House Grupo Editorial España; 2017.
7. Pinker S.
The Blank Slate: The Modern Denial of Human Nature. Viking Penguin Putnam;
2002.
8. Pinker S. La
Tabla Rasa: La Negación Moderna de la Naturaleza Humana. Paidos Iberica
Ediciones S A; 2003.
9. Wade N.
Scientist at Work: Edward O. Wilson; From Ants to Ethics: A Biologist Dreams Of
Unity of Knowledge. The New York Times; 1998. Disponible en: https://nyti.ms/2NwLInn. Consultado el 11-Oct-2018.
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