La Muerte de los Patriarcas: Sentimiento de Orfandad
La primera vez que sentí la muerte de un verdadero maestro fue en 2005 con el asesinato de Michael Alberico en medio de un fleteo en Cali en 2005 (ver video testimonial hecho en 2009). Sentí que se fue el mejor profesor que tuve en la universidad. Después en noviembre de 2007 siguió la muerte de mi papá, Álvaro Duque Donoso, la cual fue obviamente la que más me dolió. Víctima de un cáncer hepático, sentí que se fue el mejor amigo, maestro y contertulio que iba a tener por toda mi vida. Todavía no me repongo a la muerte de mi papá del todo. De vez en cuando sueño con él y añoro como me llamaba la atención, como me tomaba el pelo y como discutíamos de forma pacífica, democrática, humorística y caballerosa. Este es un dolor que después de más de 5 años ha disminuido pero que nunca va a desaparecer del todo. Fue tan dura la muerte de mi papá, que en 2010 nos tuvimos que trasladar a Ibagué para que mi mamá, con la ayuda de la familia (en Cali prácticamente no tenemos familia) se recuperara y en general para que los dos empezáramos una nueva vida. Este objetivo se ha alcanzado casi en su totalidad. Y hace una semana murió, en un accidente en la Guajira Colombian Antonio "la bruja" Osorio Jaramillo, mi tío Toño. Siempre lo recordaré por su buen humor, su ameno conversar, y con el tierno mal genio con el cual, por ejemplo, nos impedía fumar en las reuniones familiares.
Apenas me estoy terminando de acomodar en Ibagué y apenas estaba empezando a cogerle confianza a mi tio Toño después de haber yo crecido semi-aislado de la familia durante unos 35 años en Cali, y se nos fue antes de tiempo y de forma totalmente inesperada. Se nos fue el Patriarca de la familia Osorio Jaramillo (mi familia materna).
Apenas me estoy terminando de acomodar en Ibagué y apenas estaba empezando a cogerle confianza a mi tio Toño después de haber yo crecido semi-aislado de la familia durante unos 35 años en Cali, y se nos fue antes de tiempo y de forma totalmente inesperada. Se nos fue el Patriarca de la familia Osorio Jaramillo (mi familia materna).
Este es un pequeño homenaje a aquellas personas que me forjaron. Es una invitación a aprovechar las enseñanzas de nuestros mayores cada vez que podamos, y a disfrutar de la vida lo más que podamos de una forma sostenible y por lo tanto sana. Porque poco a poco pasamos de ser alumnos a ser profesores en el trasegar de la vida. Y algún día nos iremos también.
Hay que tomar la muerte como parte de la vida. De hecho, es lo que le da sentido a la vida. Si estuviésemos programados genéticamente para vivir indefinidamente (lo cual es teóricamente posible) y si llegásemos a un grado de refinamiento cultural y tecnológico tal que la tasa de accidentalidad de cualquier tipo llegase a cero, no nos correría ningún afán por hacer nuestras cosas, pues nos sobraría el tiempo. Por eso es importante aceptar la muerte, no como un enemigo, sino como una especie de reloj que nos impulsa a aprovechar nuestras vidas al máximo. Hay que aceptar (y prepararse en el buen sentido de la palabra) para la muerte de nuestros seres queridos y para la nuestra propia.
Muchas gracias por compartir con nosotros tus sentidas palabras, amigo.
ResponderEliminarSiento mucho todas estas circunstancias, pero como tu mismo tan sabiamente dices, la muerte no es un enemigo, sino una manera de incitarnos a aprovechar los instantes de la vida.
Un abrazo!
Gracias viejo por leerme. Espero que todo te esté yendo muy bien. Un abrazo.
EliminarMis condolencias de nuevo. Pienso que la poesía articula más las emociones. Amado Nervo señala en las últimas lineas de este poema VIVIR por la memoria de los nuestros.
ResponderEliminarMis Muertos
Alma, yo estoy unido con mis muertos,
con mis muertos tranquilos e inmutables,
con mis pálidos muertos
que desdeñan hablar y defenderse,
que mataron el mal de la palabra,
que solamente miran,
que solamente escuchan,
con su oído invisible, y con sus ojos
cada vez más abiertos, más abiertos
en la inmóvil blancura de los cráneos;
que en posición horizontal contemplan
el callado misterio de la noche
y oyen el ritmo de las diamantinas
constelaciones en el negro espacio.
Yo vivo con la vida que mis muertos
no pudieron vivir. Por ellos hablo,
y río por lo que ellos no rieron
y por lo que ellos no cantaron, canto,
y me embriago de amores y de ensueño
¡por lo que ellos no amaron ni soñaron!
Gracias viejo por leerme y por el poema. Un abrazo.
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